sábado, 7 de julio de 2018

MAESTROS: PRESENCIAS ACTIVAS QUE NOS INSTAN A CRECER



Siempre es buen momento para decir GRACIAS MAESTRO y más aún estando cerca la fecha especial del calendario en que volvemos los ojos y la memoria hacia ellos: cuantos comentarios poblaron las redes sociales en estos días tornando en tendencia esta fecha tan especial, se pone uno en #modomaestro y es muy gratificante recordar a quienes en algún momento influyeron en nuestras vidas desde el conocimiento, el consejo y el ejemplo. Recalco siempre que estas tres variables no son tan sencillas de encontrar en la misma persona y por esto mismo afirmo que conocer a quienes viven de modo acorde a esta matriz es sencillamente fabuloso y extremadamente esperanzador. Y uso este último término porque por personas así yo me animé a creer en el sentido mas amplio de la palabra, un creer que empezó mirándolos a cada uno de ellos y que terminó cuando empece a creer mí mismo, algo que ellos también me enseñaron. Porque ver el ejemplo de quienes hacen lo que predican, animan a otros pese a sus malos momentos, escuchan y comprenden pese a que muchas veces no son comprendidos, insisten en no cesar de formarse y llegan al sacrificio con tal de cumplir su propósito, son algunas de las varias lecciones recibidas y que han hecho que comprenda que alcanzar la Maestría va más allá del dominio de un espectro del conocimiento; es saber sobre todo, acercarlo a otros, comunicarlo con pasión, transmitirlo al respirarlo, oler a eso que se enseña al haber podido connaturalizarse con ese saber que es mucho más que teorizaciones.


Un maestro feliz de mi secundaria encontraba siempre una razón para arrancarnos una sonrisa y hacer que cada clase fuese una experiencia de vida inolvidable; el se llama Juan Olaya Zena.

Un profe de la Universidad nos animaba siempre a ir más allá de lo evidente y a nuclearnos como equipo, a aprovechar esa oportunidad única de estar ahí juntos compartiendo aulas; él es Jorge A. Torres Díaz.

Un mentor y formador se tomaba el tiempo para entablar profundas conversaciones en medio de experiencias de vida enriquecedoras que permitieron un amplio conocimiento mutuo; su escucha, consejo y apoyo constante fueron claves para reeducarme cuando lejos de mi país empecé un camino de autoconocimiento. Él es Ruben Pistacchia.

Un investigador, profe y speaker se tomaba el tiempo para ocuparse de un grupo pequeño de jóvenes que quería crecer en conocimiento pero que desconocía el camino. Cada texto que nos facilitó, cada video foro en su casa, cada acción social acompañándolo a centros de rehabilitación, cada verlo enseñar lleno de pasión y vida,  todo, todo, fue formación. El es Enrique De Bellis.

Un hombre enfocado en que desarrollemos nuestro potencial en un área que rechacé mucho como las ventas; un tipo que podría leer hasta mis intenciones más oscuras y mis juicios más críticos pero que supo esperar y estar justo ahí, en el momento en que mas lo necesité, cuando caído pude entender por fin su pedagogía y empezar a aprender. El es Norberto Luquez

Un maestro con alma de guitarra, tal vez con quien más sentía que tenía cosas en común por compartir la música como pasión y como área de desarrollo. Éramos capaces de estar horas buscando crear desde el espíritu porque era además un estudioso de la Biblia la misma que con humildad y sencillez nos trasmitió con una generosidad y dedicación única. El es Eduardo Galliani.

Un predicador, un maestro: que recorría ciudades y países llevando la buena nueva de la Fe; capaz de la denuncia ante el abuso, del consejo y la formación para combatir la ignorancia y de la evangelización como un compromiso ferviente en donde su ímpetu y su convicción desafiaban audiencias a las que instaba a la conversión. Un líder. El es Osvaldo Cuadro Moreno.   

Me siento muy afortunado al poder recordarlos hoy; mucho tiempo ha pasado y de muchos perdí el rastro. La lista continuaría porque podría seguir sumando personas, familiares y amigos pero hoy al reflexionar debo confesar que aparecieron de golpe estos que mencioné. Realmente me dieron mucho y no me alcanzaría la vida para agradecer o compensar todo lo que ellos influyeron en mí. Estos maestros son para mi PALABRAS MAYORES, bajo este concepto guardo en la “nube” todo eso aprendido. Y digo Gracias una vez más queridos MAESTROS.