Me
desperté abruptamente ante la sorpresa de que estaba en el medio de un sueño en
el que el lugar que recorría y la compañía que tenía me produjeron una emoción
enorme. Es lo que pasa cuando aparecen aún en sueños, nuestros más preciados
afectos: un familiar, una pareja, un lugar que significo algo en nuestras
vidas, en fin. Luego cuando entra el yo racional a analizar qué paso y por qué
paso esto, surgen nuevas conjeturas. Y es en virtud de esto último que llegué a
una frase emblemática que me ha estado dando vueltas en la cabeza los últimos días
por ser el leiv motiv de una campaña de comunicación española que se ha tornado
viral en social media por su indudable gran impacto: “Tenemos que vernos más”. Cuenta
con un video que narra un potente experimento social que cuando uno lo ve por
vez primera lo deja en la mayoría de los casos, perplejo. Y cómo no hacerlo
luego de que alguien nos planteara que, en lo que nos queda de vida, tan solo
pasaremos 55 días, 30 dias ó 23 horas con nuestro mejor amigo o pariente. Esta campaña
de la marca de licores RuaVieja invita a la reflexión al realizar la averiguación
de cuánto tiempo pasarás con tus seres queridos desde hoy hasta el día de tu
muerte, tomando como base referencial, cómo has estado gestionando tus tiempos
en común con esa persona hasta el día de hoy.
En el video aparecen en parejas, personas amigas que realizan este ejercicio como parte del citado experimento social. Al conocer los resultados del test se llevan una gran impresión lo que conlleva a pensar luego que hay mas de una cosa que debe cambiar en nuestra forma de vida actual.
Hubo
un comentario realizado en este audiovisual que me pareció profundo y aun revelador:
“Estamos programados para evitar pensar
en el tiempo que nos queda por vivir, así tenemos la sensación de que siempre
tendremos la oportunidad de hacer las cosas que nos hacen felices”. Ciertamente nos pasa esto, creemos en este pensar pero la verdad es que esto no es así. Hay cosas que, si postergamos y no hacemos hoy,
tal vez nunca las realicemos. Dentro de estas cosas están las veces que postergamos
encontrarnos “face to face” con esos amigos o familiares a los que decimos
querer mucho pero con quienes, coincidentemente, nos vemos muy poco. Y es que la comunicación
por medios digitales ha ido supliendo cada vez más el encuentro personal, el
compartir un paseo, una taza de café, un rato de conversación. Sentimos que al chatear
a la distancia, estamos en contacto con el otro y si bien es eso cierto, también lo es que nos perdemos
de mucho de ese otro, porque el encuentro personal nos permite una forma de contacto
distinta, más amplia, en donde todos nuestros sentidos son parte de la experiencia.
Algo adicionalmente bueno de esta campaña es que es experiencial, es decir, no es sólo un video elocuente y emotivo más, sino que cuenta con una plataforma web en donde cada uno de nosotros puede realizar un test para saber cuánto nos afecta esta situación. Hice la experiencia y la respuesta fue tan dura como alarmante. Uno se resiste en principio a creer en esas cifras que muestra la pantalla. Sin embargo en el fondo sabemos que es cierto. Y tal como en el video, podemos decir que esa situación nos desagrada y que la queremos cambiar. La buena noticia es que ¡claro que si podemos hacerlo!. Los cambios de conducta son decisiones que hay que tomar y sostener en el tiempo; muchas veces las instancias de cambio se retrasan o nunca llegan porque no llegamos a tomar conciencia de lo bueno o malo de las cosas que hacemos. En ese sentido esta campaña puede ser un gran impulsor para los cambios que creamos saludable implementar.
Hace
unos días en una conferencia que dí en la Cámara de Comercio de Lima sobre
contenidos digitales que conectan con las personas, presenté esta campaña y ví
en los ojos de la audiencia eso mismo que ví en los ojos de las persona amigas
a las que les pase el link del video de la campaña para que lo vean y luego hagan su
propia experiencia ingresando a la website. La verdad mas profunda de todas es que todos sabemos cuánto desatendemos
a quienes amamos. Invertimos mucho tiempo en cosas que no nos significan tanto
como este contacto con quienes queremos. Tal vez sea hora de echar un vistazo
en esa web y luego en nuestras conductas.
Volviendo al sueño que narraba al inicio, fue hermoso encontrarme en él con mi recordado abuelo Alejandro, a quien cariñosamente le dije siempre Tata; él y yo solíamos caminar juntos muchísimo y por todas partes, mi disfrute de las caminatas largas se las debo de seguro a él. Pero hubo un escenario que nunca recorrimos juntos: las calles de su tan querida Buenos Aires a donde tantas veces antaño viajó. Yo radiqué por allá muchos años más tarde, pero nunca logramos coincidir. Y en este referido sueño yo lo guiaba en un paseo por mi recordado Ramos Mejía, Provincia de Buenos Aires, el que fuera mi barrio por largos años. Lo paradójico era que entrábamos a una vieja fábrica abandonada (Tacuarí y Rondeau), lugar que siempre vi cerrado y que ahora por fin conocía y que, en la alucinada del sueño, albergaba a gente que se entretenía jugando ajedrez, mirando libros, discos, en fin una suerte de clima ferial cultural. Nada se puede comparar con esa sensación de disfrute que experimenté en ese instante; luego al mirar a los ojos de mi abuelo percibí que él, tal como yo, también lp disfrutaba. Ese momento fue el climax de la experiencia. Ahí me desperté. Su sonrisa seguía iluminando el momento y una frase vino a mi mente. Yo creo que él me hizo decirla: NADA COMO LO VIVIDO JUNTO A QUIENES NOS IMPORTAN.
Volviendo al sueño que narraba al inicio, fue hermoso encontrarme en él con mi recordado abuelo Alejandro, a quien cariñosamente le dije siempre Tata; él y yo solíamos caminar juntos muchísimo y por todas partes, mi disfrute de las caminatas largas se las debo de seguro a él. Pero hubo un escenario que nunca recorrimos juntos: las calles de su tan querida Buenos Aires a donde tantas veces antaño viajó. Yo radiqué por allá muchos años más tarde, pero nunca logramos coincidir. Y en este referido sueño yo lo guiaba en un paseo por mi recordado Ramos Mejía, Provincia de Buenos Aires, el que fuera mi barrio por largos años. Lo paradójico era que entrábamos a una vieja fábrica abandonada (Tacuarí y Rondeau), lugar que siempre vi cerrado y que ahora por fin conocía y que, en la alucinada del sueño, albergaba a gente que se entretenía jugando ajedrez, mirando libros, discos, en fin una suerte de clima ferial cultural. Nada se puede comparar con esa sensación de disfrute que experimenté en ese instante; luego al mirar a los ojos de mi abuelo percibí que él, tal como yo, también lp disfrutaba. Ese momento fue el climax de la experiencia. Ahí me desperté. Su sonrisa seguía iluminando el momento y una frase vino a mi mente. Yo creo que él me hizo decirla: NADA COMO LO VIVIDO JUNTO A QUIENES NOS IMPORTAN.